Mis Fuerzas Especiales
ASÍ SE TRATA A LOS HÉROES
EN TODAS PARTES
Con
admiración y vergüenza desde el peor teatro de operaciones de Chile.
Son fuertes (cargan más de lo que la ley
permite) y son muy especiales.
Literalmente se echan la ciudad a sus
espaldas, ¡todos los días!, y nadie dice nada sobre ellos, como si fuesen
invisibles. Por eso les llamo mis
fuerzas especiales.
NO aparecen en los noticiarios, NO
aparecen en los diarios. Lo que aparece
de ellos en los medios es, ¡paradoja de paradojas!, su Ausencia. Su ausencia es lo más visible, porque
permite la emergencia de antiguas plagas que el mundo posmoderno creía
prehistóricas.
Sí, son invisibles, como las Tortugas
Ninjas, como Batman; son mis Héroes Anónimos por antonomasia. Ellos salvan mi ciudad “patrimonio de la
inmundicia” del colapso sanitario.
Ellos también usan un chaleco táctico
que, a diferencia de los otros, los iluminan.
Diferencia radical con los otros chalecos, porque es para que la gente
NO los atropelle cuando recogen la basura por las noches. ¿Les dije que eran como ninjas?
Pero, por más fuertes y decididos que
sean, como Súperman (jamás se cansan de salvarnos de nuestra propia basura),
ellos también tienen su kriptonita: Los objetos corto–punzantes.
La gente, a la que tanto salvan de las
ratas, moscas y otras plagas bíblicas, deja en las bolsas, sin aviso ni
envueltos en papel o en una caja, los trozos puntiagudos de vidrios. Éstos cortan a nuestros héroes cotidianos en
las piernas o se les entierren en el cuello o la espalda, causando heridas
graves. Esto me lo contó uno el que
pasó por mi casa y tuve que pillarlo, porque había olvidado sacar la bolsa de
la cocina.
Cuando lo alcancé en la esquina del
pasaje, me muestra cómo sobresalía una arista de vidrio grueso, de la cubierta
de una mesa (por el color y el grosor), al subir la manta en la que echan las
bolsas. La presión hizo que el vidrio
rompiese la bolsa y asomase este verdadero cuchillo. Ahí me contó como a varios colegas los
vidrios los habían cortado o enterrado en la espalda e incluso el cuello, salvándose
por poco de la muerte por desangramiento.
Pero eso NO era todo, agregó, porque jamás imaginaría todos los objetos
corto–punzantes que arrojan a la basura: cuchillos de acero oxidado, jeringas y
otras cosas que los enferman gravemente.
Como tienen que retirar la basura en el menor tiempo posible, NO tienen
tiempo para revisarla, llegan y se la echan al hombro, el que más sufre
lesiones de todo tipo.
Ante eso toca la puerta de una de las
casas vecinas a la mía, de dónde provenía la bolsa negra llena de vidrios
capaces de rajarlo como un papel y llama la atención al hijo del dueño de casa
(viejo conocido mío), sobre esta actitud tan irresponsable. Allí mi vecino le da otra bolsa para
acomodar los vidrios y le promete que no volverá a ocurrir. El recolector le dice que basta con que los
envuelvan en papel, yo agrego que mejor es ponerlos en una caja de cartón, de
esas que abundan en el supermercado.
A la salida del pasaje, me cuenta que lo
que más le dolía, era la indolencia de la gente de NO advertir los “desechos
peligrosos” que pone en las bolsas negras y la falta de una compensación
adecuada de parte de sus jefes y autoridades, por el riesgo a la vida que
corren a cada momento. Pensé: Sí, es
como una lotería de la muerte. Un
cuchillo en el cuello, una jeringa con sida y hasta ahí llegó.
Ahí me dio vergüenza el hecho de NO
haber pensado en ese riesgo, asumiendo que la gente sería como yo: consciente
de que si echa algo peligroso, lo envolvería adecuadamente en una caja y le
diría al recolector de la basura. Ahí
revaloré aún más su sacrificada labor e imaginé un monumento conmemorativo a
los mártires de la basura, ya que, a diferencia de otras fuerzas especiales,
éstas NO matan, sino que salvan millones de vida alrededor de todo el Mundo.
Todo aquel que arriesga la vida para
salvar la de otros es un héroe, ¿Verdad?
Si NO fuese por estos heroicos ninjas de chalecos reflectantes, esta
pseudo civilización sería reemplazada por tribus de ratas y las plagas bíblicas. Para ellos todo el Honor y la Gloria, por
siempre.
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