DICOTOMÍAS
El egoísmo de unos pocos acabará con todos.
1.- Por una parte, décadas de libre
mercado, publicidad y hedonismo han convertido a la gente en nichos de consumo,
logrado el tan ansiado olvido de la existencia de clases sociales, dado su
lugar en la cadena de producción.
Recordemos que el mismo Marx dijo que la consciencia de clase es un
requisito para la existencia de clase.
Esta es la primera dicotomía: Ser una cosa, pero creerse otra. Esta dicotomía la llamo “de la
inconsciencia”, simplemente por haberse tragado el cuento de “Todos íbamos a
ser Clase Media”, parodiando el poema de Gabriela Mistral.
2.- Como ya nadie quiere identificarse
con el odiado “proletariado”, dado que el estigma social a todo lo que huela a
marxismo sigue vigente, ahora todos se creen Clase Media, ampliando a tal grado
la aplicación de este concepto que lo ha convertido en un lugar común, un
cliché inoperante e inhábil para describir la realidad social. A esta dicotomía la llamo “La Esencial
Hipocresía Aspiracional”. El
aspiracional sabe perfectamente, tiene plena consciencia que NO es clase media,
porque todo aquel que vive de un sueldo y NO de las rentas especulativas, es
proletario, pero insiste en fingir que sí lo es. Fenómeno que describe a este “nicho
consumista”: el sobreendeudamiento.
3.- Consecuentemente, la real Clase Media
es una especie en extinción, ya que ante tanto aspiracional imitador, al tener
que diferenciarse, sólo le queda imitar a la clase alta (luego veremos esta
“necesidad” por diferenciarse). Pero,
ante la inexistencia de un “tiraje de chimenea” propiciado por la Clase Alta
(por ejemplo, la creación de fondos de riesgo para las “start ups”), la
verdadera clase media se ve en la necesidad de jugarse el pellejo para ascender
socialmente. La sociedad se vuelve un
Casino donde todo se reduce al éxito o al fracaso. Todo se reduce a una jugada, si se acierta,
se escala; si se pierde, se baja. Lo
que ignoran los jugadores impotentes es que las cartas están marcadas, el
casino es una estafa piramidal. Sólo
gana la genuflexión. El famoso
emprendedor, comandante de su pyme, a la que le pagan a 90 ó 120 días, es un
genuflexo de la Clase Alta. El Estado
hace lo mismo, como buen gemelo de Mercado.
Como dije en otro artículo: La Clase
Media ya NO es el lugar donde estar, donde residen las verdaderas fuerzas creativas
de la sociedad, sino tan sólo el fugaz pasillo, en constante tránsito, entre
las únicas dos clases sociales existentes: los Poderosos y Los Impotentes. La “mesocracia”, la “meritocracia”, de la
que tanto se habla, murieron con las dictaduras de los setentas. A esta dicotomía la llamo “La Verdadera Cara
de la Sociedad Digital”. Una sociedad
binaria, digital, sólo produce ricos y pobres.
NO hay cabida para un “Tercer Estado” (¿a alguien le suena esta
expresión “analógica”?)
4.- Por otras razones, llegamos a la
misma idea expuesta por Ortega y Gasset en 1925, “El Ocaso de las Revoluciones”:
en sociedades poco inteligentes, las revoluciones son escasas y mera copia de
las sucedidas en pueblos más inteligentes.
Nuevamente aplica mi axioma fundacional. Me citaré a mí mismo:
Mientras más se
habla de algo, este algo menos existe.
El lenguaje tiene como misión fundacional la evocación
de experiencias periclitadas, es decir, obsoletas, pero declaradas
consensualmente como paradisíacas. De
ahí a decir que haciendo algo distinto, se accederá a un paradisíaco futuro, es
la consecuencia lógica.
Ahorakí se insiste en subirse al carro
de la Sociedad de la Información, que eso traerá, al fin de los tiempos, el tan
prometido y deseado Desarrollo Económico, que NO se quiso obtener
industrializando Chile (recordemos cómo la política económica de la Dictadura y
la Concertación consistió fundamental y transversalmente en desindustrializar
Chile). Por el lado educativo, tema
investigado ampliamente, es como decir: NO importa que seamos gañanes
analfabetos, porque ahora ganaremos más dinero programando computadoras y otros
artefactos tecnológicos. A lo que el
sentido común dirá: ¿Cómo analfabetos pueden programar máquinas, si para eso lo
fundamental es entender lo que se lee y saber escribir?
En síntesis: Estamos ante un discurso
optimista que insta a ser “emprendedor” y que habla de las nuevas posibilidades
de “la sociedad del conocimiento”, pero que sigue estancada en el mismo
analfabetismo de cuando éramos colonia española. Ese discurso oficial, transversal al Estado
y el Mercado, con todas sus ínfulas y propuestas contradictorias, carece de
asidero en la realidad social y jamás conducirá a nada. Es como decir que se puede acceder al
segundo piso sin pasar por el primero.
Eso supone la capacidad del vuelo, como si lo normal fuese ser Superman,
por ejemplo. A esta dicotomía la llamo:
“La Radical Hipocresía de La Versión Oficial”.
Otro ejemplo de dicha hipocresía: Somos
un país minero, por donde se mire; pero el discurso oficial insiste que dentro
de una década seremos “Potencia Agroalimetaria”. Los conflictos por los derechos de agua,
donde las mineras secan y secan acuíferos, delata la descarada mentira tras
estas declaraciones.
5.- Consecuencia directa del axioma Mientras más se habla de algo, este algo
menos existe,
es que en esta época donde tanto se habla de reformas y revoluciones, nadie
quiere sacrificarse por nada ni nadie, ¡como si Reforma o Revolución NO
necesitasen sacrificios para ser hechas!
Si son necesarios sacrificios es por la resistencia que opone toda
cáscara a ser rota, para comer un huevo o que nazca el polluelo.
De toda esta batahola reformista, sólo
un bando ha sacado cuantiosas ganancias, como si fuese su bolsa de valores: La
Cáscara. Sus medios de adoctrinamiento social
han conseguido que la sola palabra Reforma cause pavor y rechazo en los propios
beneficiarios de dicha Reforma. La
comprobación empírica de ello es que los jóvenes están más interesados en gozar
hedonistamente de actividades como los “mil tambores” o sus video juegos, que
de participar en política, lo cual es visto como algo cochino, aburrido e
intrascendente, condenándose a la intranscendencia histórica. Un pueblo intrascendente es un pueblo
extinto.
¿En qué oscuros intersticios de la
historia, la sociedad y la psique nació su egoísmo hedonista, que sólo ve en el
placer cortoplacista algo digno de ser vivido y desdeña, con asco, cualquier
sacrificio por una Causa Trascendente a su existencia, como la dolorosa tortura
de levantarse temprano un domingo e ir a votar?
Esta dicotomía, la de llenarse la boca
con las palabras Reforma y Revolución, pero la baja participación en las votaciones
la llamo “Traición a la Educación; Educación Traidora” y tiene un largo proceso
de incubación, como La Enfermedad Terminal de Toda Republiqueta Bananera.
Esta dicotomía queda claramente expuesta
ante la siguiente pregunta: ¿Por qué pude estudiar Historia, Filosofía y
Educación Cívica en Dictadura y Ahorakí, en esta pseudo Democracia, los jóvenes
NO? ¿Por qué nadie paralizó el país
ante el anuncio de la eliminación de Historia?
¿De qué hablan cuando hablan de “Calidad”, si Ahorakí las actividades
superiores del Espíritu son negadas de plano por la institucionalidad educativa?
Muy simple: ¡A nadie le importa! La sociedad, tal como dijo un sociólogo en
los felices noventas, se realizó una autolobotomía y todos quedaron felices,
desde el Estado para abajo. La
Economía, La Cáscara demanda gente inconsciente, zombis. La institucionalidad educativa ha dicho:
zombis haremos. Los que aún invocamos
un pasado, relativamente idealizado (las clases de dichas asignaturas
consistían en un diálogo entre los profesores y yo, los días felices en que
creía que el ser humano podía solucionar los problemas), donde existían estas
realidades, llamadas Humanidades, somos ridiculizados (bulling) como los más
imbéciles de los dinosaurios.
Recuerdo la canción homónima de Charly
García y sólo puedo hacerle una aclaración: Esos dinosaurios NO han
desaparecido y aguardan su momento para resurgir desde el Abismo, porque La
Cáscara sabe que los volverá a necesitar, cuando el polluelo necesite romper el
cascarón, convertido en prisión. Es esta
otra raza arcaica, la de los memoriosos, la que está condenada a la extinción
final, porque, como dijo Baumann: La modernidad líquida premia la capacidad de
olvidar, para aprender la última moda, en todo. El famoso “aprender a aprender” es el oficio
del olvido. Pues, bien, si de olvidar
se trata, olvidemos que somos país, dejemos la hipocresía, por una vez, y
declarémonos oficialmente paisaje. Por
mi parte me adelantaré y declaro que he olvidado mi nacionalidad, me da lo
mismo ser peruano o boliviano o chino, como a ellos les da lo mismo ir a votar.
P.D.: Cada vez que pierde su selección,
me alegra el día.
@EnriqueElGenio
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