LA POLÍTICA POR EXCELENCIA.




Es la política una actividad tan compleja[1], contiene dentro de sí tantas operaciones parciales, todas necesarias, que es muy difícil definirla sin dejarse fuera algún ingrediente importante.   Verdad es que, por la misma razón, la política, en el sentido perfecto del vocablo, no existe casi nunca.   Casi todos los hombres políticos lo son meramente en parte.   En el mejor caso poseen con plena conciencia una u otra dimensión del Político y se contentan con ella, ciegos para las restantes.
Se dirá que política es tacto y astucia para conseguir de otros hombres lo que deseamos, y no se puede negar que, en efecto, sin eso no hay política.   Pero, evidentemente, hace falta más.   Hay quien, hiperestésico para los defectos de la justicia social, llamará política a un credo de reforma pública que proporcione mayor equidad a la convivencia humana.   Y no hay duda de que sin cierto sentido y como afición nativa a la justicia, no puede nadie ser un gran político.   Pero esto es más bien la porción de idealidad moral que el hombre político lleva a su actuación pública.   Hacer consistir en ello la política es vaciarla de sí misma y llenarla de un pobre misticismo ético.   Durante más de un siglo se ha cometido este error de perspectiva: se situaba en el centro del programa un cuerpo de doctrinas morales y sólo en el segundo término se atendía a lo propiamente político.   Otros dirán que política no es nada de eso, sino un buen sentido administrativo que sepa regir, como una industria, los intereses materiales y morales de una nación[2], etc. etc.
Repito que todo eso y muchas cosas más tienen que reunirse en un hombre para hacer de él un gran político.   Viene a ser éste como un alto edificio en que cada piso sostiene al que le sigue en la vertical.   La política es la arquitectura completa.   Incluso los sótanos.   En un ensayo reciente sobre Mirabeau he subrayado hasta qué punto el hombre público necesita las cualidades más extrañas, algunas de ellas de apariencia viciosa y aún no sólo de apariencia.   Son los cimientos subterráneos, las oscuras raíces que sustentan el gigantesco organismo de un gran político.
Pero hay un sentido de la palabra Política que me parece la cima de su complejo significado y que es, a mi juicio, la dote suprema que califica al genio de ella, separándolo del hombre público, vulgar.   Si fuese forzoso quedarse en la definición de la política con un solo atributo yo no vacilaría en preferir éste: política es tener una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una nación[3].
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Son muy contados los españoles que poseen una noción ajustada de lo que, por ejemplo, significan para una posible organización pública de España nuestros ayuntamientos, nuestras provincias y nuestras regiones[4].   Los prejuicios más vanos y pueriles interceptan la visión inmediata de lo que esas tres categorías políticas representan de hecho y en verdad.   Es casi inevitable que esquematismos preconcebidos[5] suplanten la concepción severa de las realidades.
Artículo publicado en El Sol, 29 de mayo de 1927.





Comentario del transcriptor.
Siempre es un problema definir una palabra así, a secas y con mayúscula: Política.   Probemos un primer acercamiento, a ver cómo nos va.
Partamos del uso de la palabra en otro contexto, para clarificar el originario.   Se habla de “política sectorial” o “política empresarial”, es decir, un  sistema de decisiones que se han tomado para modificar un aspecto de las circunstancias.   Se me viene a la mente la idea de “línea editorial”, un curso de acción, un rumbo específico entre todos los posibles, para llegar a cierta meta.   De ahí que política no sea algo privativo de lo público, sino que es el aspecto operativo de Ser Humano, sea el contexto que sea en el cual se desenvuelva.
Si me hubiesen preguntado hace tan sólo un mes, ¿qué es Política?, NO habría podido responder, porque acabo de llegar a esta concepción de lo que efectivamente es y no de lo que nos gustaría que fuese, tal como preconiza el Viejo Pepe.   De ahí que esta idea sea aplicable en todos los ámbitos del quehacer humano: desde el individual, pasando por el grupal, hasta llegar a la totalidad social.
Desde mi infancia, en aquellos “consejos de curso”, donde participaba activamente y lograba, de vez en cuando, influir en su “opinión pública” que siempre me pregunté por esas grandes palabras en mayúscula, sin tener cómo responder tanta pregunta.   El alivio de haber llegado a una visión profunda y personal es inmenso, pero efímero, ya que descorrer el velo de una realidad humana tan sólo es la entrada a una nueva habitación, lo que obliga reordenamiento de todo lo adquirido, incluido el proceso de desechar lo que no entra en este nuevo espacio relacional.
Hace poco vi la absolutamente incomprendida película Batman V Superman: Dawn of Justice. Ultimate Edition[6] y quedé estremecido de dicha, gozo y pena.   Tendré que detenerme en algunos aspectos de ella, ya que, viendo en retrospectiva cómo llegué a este radical reordenamiento de lo que he venido viviendo, estudiando y meditando hace más de tres décadas (Lo Político, Lo Público, La Política y Lo Poético), acabo de darme cuenta que el catalizador de esta visión es una frase contenida en ella.
En esta Tierra todo acto es un acto político, dice Adrew Sullivan.   La declaración más importante sobre el asunto que he oído en mi vida, la condensación de mi sensación vital primaria y más profunda, pasó totalmente inadvertida y absolutamente desvalorada.   Esta frase es la que da peso y profundidad a lo que, sin ella, tan sólo sería una historieta.  Para comprender la verdad encerrada en ella,  es necesario desplegar su implicancia más desoladora: En esta Tierra toda omisión es un acto político.   ¡Nadie es inocente, todos somos cómplices!
Mi necesidad de dejar escrito por qué NO estoy de acuerdo con lo que acontece en esta Tierra, es tan sólo un acto desesperado por disminuir esta esencial complicidad por impotencia de ver que la Humanoididad está al borde de la aniquilación y nadie hará caso.   Las masas son ciegas, sordas y sólo emiten gritos guturales.   Es como ser tripulante del Titanic y saber que se va a hundir.   Como en ese caso, todos se ríen de mí.   El iceberg NO está lejos.
Veamos si concretamos algunos axiomas para seguir meditando más adelante.
Lo Público es el ámbito común de lo social.   Lo privado no es común, sino individual[7].
Lo Político es, dentro de ese gran marco referencial, el acotado espacio de maniobra que tiene la sociedad para actuar.   De ahí que, incorrectamente, se haya definido la política como el arte de lo posible.   Digo acotado, porque sería tan absurdo proponer un orden social feudal como teocrático, aunque haya grupos que lo deseen e, incluso, lo manifiesten explícitamente.
Lo público es el espacio, lo político es el tiempo social.   De ahí que lo político esté esencialmente condicionado por la Historia.   Porque es ridículo volver a una sociedad feudal, salir a la calle con una pesada armadura también lo es.   NO se pueda “volver”.   Podríamos hacer otra definición: Política es el arte de seguir adelante, a pesar de todo, al precio que sea necesario pagar por el futuro.
Ahora que escribo esta última frase, rematada por aquella palabra, tan cargada de promesas (en una época caracterizada por ya NO creer en promesa alguna), recuerdo haber leído en una revista Ñ (inconsultable dado el robo de la mejor mitad de mi biblioteca), que un filósofo francés, me parece, decía que cada época se centraba en una de las dimensiones temporales.   La que vivimos se caracteriza por el “presentismo”, lo cual explica el desinterés por la política, dado que ella está centrada en el futuro, siempre es una interpelación, un llamado, una promesa.
Una época centrada totalmente en el presente, es una sociedad inmediatista, intolerante para la espera de un incierto futuro.   Esperar es un sacrificio que NO está dispuesta a realizar y de hacerlo, sólo será por algo mucho mejor al presente.   Esto hace que se entre en una espiral alcista de las expectativas, que, al NO cumplirse, desencadenan la desafección social por su orden político.
Aquí llegamos a otra encrucijada conceptual: Lo Político es el Orden de lo público.   La Política es el arte de cómo y para qué llegar, mantener o cambiar dicho orden.   De ahí que tanto su definición como arte de lo posible (Aristóteles) y qué hacer en la Sociedad a partir del Estado (Ortega) NO sean incorrectas, pero sí incompletas, dado el “Estado del Arte” en que se haya la reflexión sobre lo humano.
De eta manera, llegamos a una nueva concepción, más acorde con la epistemología, la cual nos dice que todo se compone de estructuras y procesos.   Lo Político es la estructura de lo social, de ahí que nos sea “obvio” asociar las palabras “Orden Político”, expresión que ahora nos resulta un pleonasmo y su reverso “Desorden Político”, nos parezca la antesala de la Ragnarok, Armagedon y Apocalipsis juntas.
La Política es el proceso bidireccional (no recuerdo quien lo escribió en un “Utopista Pragmático”, pero tenía razón al intuir que Maquiavelo ya había visto esta doble dimensión de la política), este ir hacia y venir de vuelta de la superestructura social.   Su manual es tanto para el represor, como para el revolucionario.
En lo que sí tenía razón Santayana era centrar la política en la mente.   Es ella quien la hace, es su agente, decía el pensador, pero también es su paciente.   Lo curioso es que la hace en ella misma, de ahí que la creación y comunicación de imágenes mentales, para motivar y encauzar la acción social sea el hecho esencial que la defina.   Ahorakí, que escribo “encauzar”, recuerdo el texto que tantas veces he ocupado desde lo encontré en la feria de las pulgas de la Avda. Argentina hace 15 años.   Sólo citaré uno de sus acápites, porque enlaza directamente la última patita de mi intuición de la infancia:
Ahora bien, ese núcleo central de intelectuales creadores, entre los cuales se encuentran los escritores, artistas y científicos, cumple una función social y pública en cuatro aspectos que no han sido suficientemente investigados:
1º.- Al ejercer el poder de las ideas y de la palabra oral y escrita, forjan las imágenes de la sociedad y del hombre.
2º.- Al elaborar la historia y formular los símbolos y mitos de la comunidad, contribuyen a la formación de la conciencia nacional.
3º.- Al formular la crítica a la sociedad y a la cultura contemporánea y verbalizar las protestas, estimulan y orientan el cambio social.
4º.- Al proveer de teorías e ideologías a los partidos políticos y a los grupos sociales, contribuyen a encauzar el proceso histórico.
Hernán Godoy. El Oficio de las Letras. Introducción. 1971.

“El poeta Huidobro clama: NO cantéis la rosa, oh, poetas: hacedla florecer en el poema.   El arte es creador en la medida en que imita el comportamiento de la naturaleza.   La poesía se convierte en la mejor manera de producir nuevas figuras jurídicas. El origen de toda ley NOrmativa NO puede siNO ser poética.   La poesía es auténtica copia de la naturaleza.   Sólo ella puede definir, identificar e inventar leyes que son naturales por cuanto son precisamente poéticas”.                                          Raúl Ruiz. Poética del cine



El poema que sintetizó al siglo XX fue Ars Poetica, de Vicente Huidobro.   “El músculo cuelga en el museo”, recuerdo.   Este poema despertó y definió mi vocación.   Irónico resulta como lo que más me costó entender de la poética de Ruiz fue precisamente el concepto de recursividad.   ¡Ja,ja,ja!   Ahorakí, después de todo este excursus, volveremos a la enzima catalizadora de la revelación.
Si todo acto es político, escribir un poema es lo mismo que escribir una Ley o el Manifiesto fundacional de un partido político.   Esto me retrotrae a una película de la que sólo vi una parte, hace más de 25 años, por lo que sólo recuerdo que trataba de la legendaria reunión de los escritores Byron y la pareja Shelley (el poeta y la creadora de Frankenstein, que escribió la novela durante esa estadía).
Allí el poeta Shelley no dice “Los Poetas son los legisladores ocultos de la Humanidad”, pero gracias a ella me interesó saber más de y llegué a su axioma fundacional.   Lo demás fue totalmente opacado por el estremecimiento de la importancia que siempre intuí en mi vocación.   Años después me di cuenta que era él a quién Huidobro estaba respondiendo, cuando sube la apuesta del nivel profano en que se movía Shelley, al sagrado: “El Poeta es un pequeño Dios”.
Volviendo a la época escolar, donde fueron sembradas las semillas de la intelección, recuerdo el refrán chino: Es bueno dar un pescado, pero mejor es enseñar a pescar.   Esto sólo iba a ser un breve comentario a un artículo y acabo de darme cuenta que he escrito demasiado.   Ojalá el siguiente axioma logre sintetizar tanta idea loca que ronda por mi mente, antes de dormirme frente al laptop.  La Política, como las monedas, tiene dos caras: Es la Respuesta y la Orden a la pregunta, ¿qué hacemos?
No puedo dejar de parodiar a dos obras artísticas (Samurái X y Rimas y Leyendas).
El estúpido pupilo le pregunta al arrogante maestro por el secreto del estilo.
-          ¿Qué es Política?
+ ¿Y tú me lo preguntas, con tu cabeza de chorlito?
Política es la línea editorial de la acción humana.
La Crisis Histórica que vivimos (posmodernidad) consiste en que esa “línea editorial” es muy poco humana[8].   La divina Gabriela nos dejó el siguiente “Recado” el siglo pasado: La Humanidad es todavía algo que hay que humanizar.



[1] Nota del transcriptor: El paradigma que nos ha guidado hasta Ahorakí ha sido el reduccionista de causa y efecto lineales.
[2] Nota del transcriptor: Error en que cae George Santayana al hablar del “Orden Racional de la Sociedad”.
[3] Nota del texto original. Omitimos una parte de este artículo porque se inserta en el trabajo siguiente, “Mirabeau o el Político”, como capítulo siete de la misma.
[4] Nota del transcriptor: Imagínense cuánto habría evitado la actual crisis de Cataluña haber pensado claramente en el propósito de esas categorías.   Lo mismo cuenta para Chile, donde el único sentido de esas realidades territoriales es la de crear una estructura de mando, para satisfacer la necesidad de trabajo de los partidos políticos.
[5] Nota del transcriptor: Ideologías. Tanto neoliberalismo como marxismo lo son.   Todo “solucionismo” lo es.   Pensar la idea como receta para la acción es el reduccionismo que nos ha traído a este callejón sin salida.   La idea NO es receta, sino método para la confección, caso a caso, de la mejor adecuación entre singularidad y circunstancia, la generalidad que nos rodea, asfixiándonos.
[6] Una consideración estilística: Sólo deben verse las últimas ediciones de las películas de Zack Snyder (Watchmen), es en ellas donde se puede entender y apreciar en toda su grandeza el propósito de su arte.   Es el nuevo Orson Welles, todo un Genio.   Destaco que ambas, por distintos medios, son dos películas en una.   La sincronía de su estilo con mi estética es demasiado intensa.   Su genialidad no termina de sorprenderme.  ¡Variando el procedimiento realiza la misma intención estética!  Es una lección para tanto mediocre nacional.   Recarga de mensajes sus obras y tiende enlaces entre ellas.  Lo mismo hago con La Poesía, género al que he llevado a nuevas alturas, donde no hay oxígeno para los mediocres.
[7] Solicito paciencia y piedad por no entrar a definir las bases mismas de la condición humana.   Estoy intentando entenderlas desde que tengo razón y, tal como acaban de leer, recién estoy llegando a una concepción capaz de saciar mis ansias de comprensión de algunos aspectos.
[8] Pregúntenle a Bachofen y Maturana por las diferencias entre las sociedades matrízticas y patriarcales, como en la que estamos metidos de puro karma.

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