Todos Somos Conducidos al Matadero
(La que debió ser nuestra Clarisa Sterling, babeó
entera)
CONSECUENCIALa Bea que babea.
Excursus
“La elecciones son el circo perfecto para
que nada cambie”, leí en una pared del puerto.
Gatopardismo “por otros medios”, sonreí para mis adentros.
Sí, tienen razón quienes propagan ese
mensaje. La Bolsa, alias El Mercado,
aka Poderes Fácticos, hablaron fuerte y claro.
En la semana tras el primer tongo, retrocedió todo lo ganado desde el
anuncio de la famosa y falaz encuesta CEP en que Piñera aparecía con el 45% de
los votos válidamente emitidos. El
magro 36,6% de su pingo fue una dura decepción para esos apostadores
compulsivos, por lo que NO tardaron en inyectar otra dosis de temor a las venas
de la ciudadanía, como a los caballos se les golpea con una fusta eléctrica,
para que “apuren el tranco” y las vacas lleguen al matadero.
¿Quién dijo que habíamos salido de La
Dictadura? Ellos, los mismos de
siempre, siguen dictando nuestra conducta a través de sus medios de
electrocución social. Siempre se han
sentido Pavlov, condicionando directamente nuestras reacciones. Hace unas tres décadas evolucionaron a
Skinner, condicionando operacionalmente nuestras conductas, mediante todo su
aparataje privado de educación.
Al día siguiente, al comprar el pasquín
maldito (The Clinic), donde aparece la Bea, que babea, con el boato de la reina
de Inglaterra (¿quién dijo que habíamos salido del siglo XIX?), el pobre
vendedor de cuneta al cual se lo compré, hizo una panegírico de Piñera basado
en el argumento de que es como el tarrito que se coloca sobre el carbón, para
aumentar el tiraje y así acelerar el encendido del mismo. “Él atrae la inversión extranjera, trae
plata fresca”, fue su alegato final. La
sofisticación del argumento me sorprendió y ni siquiera se me pasó por la mente
discutirlo. Goebels está envidiando el
vasto y complejo sistema shilensis de condicionamiento de las mentes. Su resultado acababa de sobrepasar todas mis
expectativas: Cuando el cagado de hambre defiende al que se lo está cagando,
¡game over!
Segunda Lex Luthor: Cuando una imagen ha
anidado en la mente de la gente, es inútil tratar de rebatirla. Una imagen sólo puede ser reemplazada por
otra imagen, pero más fuerte. A fuerza
de ser repetidas, las barrigas infladas de los niños africanos ya NO nos
conmueven y pueden morir tranquilamente 15.000 de ellos diariamente, ¡sólo de
hambre! A esa tasa, Valparaíso
desaparecería en ¡21.8 días!
Pero a nadie le importa un pito eso, mejor
sigamos viendo “Maldita Moda”. ¡Eso sí
que es importante!
¿Cuál
era el tema?
“SALIÓ 3RA, PERO GANÓ IGUAL”, reza el
titular y lo único que recordé fue a un hombre cabreado de la política, que
hace un par de años me dijo: “La izquierda NO tiene voluntad de Poder”. Su declaración me sorprendió tanto que me
volví en contra de ella, condicionado operacionalmente a refutar todo lo que NO
se ajuste a mi visión de la inexistencia.
Pero esos dos hechos, el micro del cunetero y el macro de La Bea, que
babea, como el golpe doble de Sagara Sanosuke, fulminaron en un instante toda
mi defensa corporativa de la izquierda.
Siempre tuvo toda la razón aquel hombre
enojado con ellos. Ahorakí yo también
lo estoy por haber jugado con nuestras esperanzas terminales. Esto me recuerda a mi maestririjiYo diciendo
lo mismo hace 103 años:
No se trata de
que un Gobierno se haya apartado, en un asunto transitorio de legislación o de
ejercicio autoritario, de la opinión pública, no; es que los partidos íntegros
de que esos Gobiernos salieron y salen, es que el Parlamento entero, es que
todas aquellas corporaciones sobre que influye o es directamente influido el
mundo de los políticos, más aún, los periódicos mismos, que son los
aparatos productores del ambiente que ese mundo respira, todo ello, de la derecha a la izquierda, de arriba a
abajo, está situado fuera y aparte de las corrientes centrales del alma española
actual. Yo no digo que esas
corrientes de la vitalidad nacional sean
muy vigorosas (dentro de poco veremos que no lo son), pero, robustas o débiles, son las únicas fuentes de
energía y posible renacer. Lo que
sí afirmo es que todos esos organismos de nuestra sociedad -que van del
Parlamento al periódico y de la escuela rural a la Universidad-, todo eso
que, aunándolo en un nombre, llamaremos la España oficial,
es el inmenso esqueleto de un organismo evaporado, desvanecido, que
queda en pie por el equilibrio material de su mole, como dicen que después de
muertos continúan en pie los elefantes[1].
Mas ocurre que las gentes, unas por
falta de cultura, otras por falta de poder reflexivo, otras porque no han
tenido solaz, otras por falta de valor (ya veremos que también hace falta
valor para pensar lealmente consigo mismo), no han podido ver claro,
formularse claramente ese su íntimo, hondo sentir. De aquí la misión que, según Fichte, compete
al verdadero político: declarar lo que es, desprenderse de los tópicos
ambientes y sin virtud, de los motores viejos y, penetrando en el fondo del
alma colectiva (como el intelectual, el artista. Nota del transcriptor), tratar
de sacar a luz en fórmulas claras, evidentes, esas opiniones inexpresas e
íntimas de un grupo social, de una generación, por ejemplo. Será fecunda la labor de esa generación
cuando vea claramente qué es lo que quiere.
En épocas críticas una generación puede
condenarse a histórica esterilidad, por no haber tenido el valor de licenciar
las palabras recibidas, los credos agónicos y hacer en su lugar la enérgica
afirmación de sus propios, nuevos sentimientos. Como cada individuo, cada generación, si
quiere ser útil a la humanidad, ha de comenzar a ser fiel a sí misma (¿hay
alguna generación chilena “fiel a sí misma”, en estos momentos? La de “los cuarenta”, tan decisiva en estas
cuestiones y a la cual pertenezco, no; y los que somos sinceros, nos corren de
todas partes. ¿Ominami chico lo
será? Tampoco. Nota del transcriptor)
Comprenderéis que el empeño parece en
tal punto excesivo, que tomarlo sobre sí alguien como yo, sería sencillamente
intolerable, si no estuviéramos todos y cada uno obligados a ensayarlo en todos
los momentos, cada cual a su manera.
Nuestra generación parece un poco remisa
a acudir a una brecha donde es menester que ponga su cuerpo. Y esto no sería tan absolutamente grave como
es, si no trajera consigo y significara el fracaso de nuestra generación, y si este
fracaso de nuestra generación no fuera, tal vez, según los momentos que
llegan, posible anuncio del fracaso definitivo de nuestro pueblo.
Es una ilusión pueril creer que está
garantizada en alguna parte la eternidad de los pueblos; de la historia, que es
una arena toda de ferocidades, han desaparecido muchas razas como entidades
independientes. En historia,
vivir no es dejarse vivir; en historia, vivir es ocuparse muy
seriamente, muy conscientemente del vivir, como si fuera un oficio. Por esto es menester que nuestra generación
se preocupe con toda consciencia, premeditamente, orgánicamente, del provenir
nacional. Es preciso hacer una llamada
enérgica a nuestra generación, y si no la llama quien tenga positivos
títulos para llamarla, es forzoso que la llame cualquiera; por ejemplo, yo.
Se ha dicho
que todas las épocas son épocas de transición.
¿Quién lo duda? Así es. En todas las épocas la substancia
histórica, es decir, la sensibilidad íntima de cada pueblo, se
encuentra en transformación de la misma suerte que, como ya decía el
antiquísimo pensador Jonio, no podemos bañarnos dos veces en el mismo río,
porque éste es algo fluyente y variable de momento a momento, así cada nuevo
lustro, al llegar, encuentra la sensibilidad del pueblo, de la nación, un poco
variada. Unas cuantas palabras han
caído en desuso y otras se han puesto en circulación; han cambiado un poco los
gustos estéticos y los programas políticos han trastocados algunas de sus
tildes. Esto es lo que suele
acontecer. Pero es un error creer
que todas las épocas son épocas de transición. No, no; hay épocas de brinco y crisis
subitánea, en que una multitud de pequeñas variaciones acumuladas en lo
inconsciente brotan de pronto, originando una desviación radical y momentánea
en el centro de gravedad de la conciencia pública.[2]
Y entonces
sobreviene lo que hoy en nuestra nación presenciamos: dos Españas que viven
juntas y que son perfectamente extrañas: una España oficial que se
obstina en prolongar los gestos de una edad fenecida, y otra España aspirante,
germinal, una España vital, tal vez no muy fuerte, pero vital, sincera,
honrada, la cual, estorbada por la otra, no acierta a entrar de lleno en la
historia.
Éste es el hecho máximo de
la España actual y todos los demás no son sino detalles que necesitan ser
interpretados bajo la luz por aquél proyectada.
Lo que antes
decíamos de que las nuevas generaciones no entran en la política no es más que
una vista parcial de las muchas que pueden tomarse sobre este hecho típico: las
nuevas generaciones advierten que son extrañas totalmente a los principios,
a los usos, a las ideas y hasta al vocabulario de los que hoy rigen los
organismos oficiales de la vida española.
¿Con qué derecho se va a pedir que lleven, que traspasen su energía,
mucha o poca, a esos odres tan caducos, si es imposible toda comunidad de transmisión,
si es imposible toda inteligencia?[3]
En esto es
menester que hablemos con toda claridad.
No nos entendemos la España oficial y la España nuestra, que,
repito, será modesta, será pequeña, será pobre, pero que es otra cosa que
aquélla; no nos entendemos. Una
misma palabra pronunciada por unos y por otros significa cosas distintas,
porque va transida de emociones antagónicas.
Por eso no
pienso como Costa, que atribuía la mengua de España a los pecados de las clases
gobernantes, por tanto, a errores puramente políticos. No; las clases gobernantes durante siglos
-salvas breves épocas- han gobernado mal no por casualidad, sino porque la
España gobernada estaba tan enferma como ellas. Yo sostengo un punto de vista más duro, como
juicio del pasado, pero más optimista en lo que afecta a porvenir. Toda una España -con sus gobernantes y
sus gobernados-, con sus abusos y con sus usos, está acabando de morir. Y como son sus usos, y no sólo sus abusos, a
quienes ha llegado la hora de fenecer, no necesita de crítica ni de grandes
enemigos y terribles luchas para sucumbir.
Mis palabras,
pues, no son otra cosa sino la declaración de que la nueva política ha de
partir de este hecho: cuanto ocupa la superficie y es la apariencia y
caparazón de la España de hoy, la España oficial, está muerto. La nueva política no necesita, en
consecuencia, criticar la vieja ni darle grandes batallas; necesita sólo tomar
la filiación de sus cadavéricos rasgos, obigarla a ocupar su sepulcro en todos
los lugares y formas donde la encuentre y pensar en nuevos principios
afirmativos y constructores.
No he de
insistir, naturalmente en traer pruebas para esto. Yo no pretendo hoy demostrar nada: vengo
simplemente a dirigir algunas alusiones al fondo de vuestras conciencias. Allí es donde podréis lealmente buscar la
confirmación de mis aseveraciones. No
vengo a traeros silogismos, sino a proponeros simples intuiciones de la
realidad.
Pero es muy
natural que acontezca en España esto que acontece; y si lo que voy a decir
ahora es en cierta manera nuevo, que no lo es, pero nuevo para un
público un poco amplio, es porque no se quiere pensar seriamente en
política.
Las
Universidades dan títulos. Si se escoge
un hombre que posea un montón de títulos, que transporte a lomo una carga de títulos,
ya tenemos un competente. No señor;
es preciso que de una vez para siempre recusemos todas esas competencias,
fundadas en organismos que no han podido darlas, porque no las tenían.
Nos encontramos
como con unos restos carcomidos de esa época restauradora, que va en
naufragio, con dos partidos políticos, el partido conservador y el
partido liberal, que aspiran a que sea eterna esa época y a que no rinda
ese pleito homenaje a la ley de la historia que es el morir, como los
individuos, las épocas alguna vez.
Pareció un momento como si ese par de
alas anquilosadas fueran a desaparecer; hubo un momento en que esas alas
estaban rotas, y ahora parece que se las quiere remendar.
La posición de la juventud
que actualmente entra en la política, naturalmente tiene que ser la de
aplicar en este caso concreto frente a esos partidos -si se obstinan demasiado
en perdurar- aquella decisión que yo antes proponía de muerte a la
Restauración; con esos partidos, absolutamente nada. Son el enemigo máximo, el que ha dejado
morir a España; son los representantes de la inercia, del
convencionalismo. Cada día que
perduren sobre el haz de la Tierra se aleja un día más el resurgimiento de la
vitalidad nacional.
M A
U R A
Hay un hombre
en la política española que se diferencia de estos partidos fantasmagóricos y
frente al cual no hay otro remedio sino reconocerle que lleva tras de sí una
realidad. Es el señor Maura. Pero esta realidad que está tras él es,
señores, la más terrible de España, es el peso inerte que lleva España desde
hace siglos; es lo que ha ido quedando sobre el organismo de la raza de
resultas de sus fracasos y de sus dolores; es toda esa parte inculta, apegada a
las palabras más viejas, a las emociones más extremas; es todo ese trozo de la
raza que yo llamaría el trozo histérico de España. Pero es una realidad; eso está ahí y con el
señor Maura, y es lástima que no podamos decir que estando detrás de él una
realidad es él una realidad.
(¿Por qué será
que mientras escribía este párrafo, creí que en cualquier momento diría
Kast? Nota del Transcriptor)
Yo,
sinceramente, señores, pensando en las fórmulas que podrían darse de la
política del señor Maura, me he encontrado siempre con que tendría que
representarla como una figura típica de esa política restauradora.
El señor Maura (y dejemos las páginas
oscuras de 1909) es el que ha afirmado siempre que España es una cuestión de
orden público, que el gran problema de España es el ministerio de la
Gobernación, precisamente en lo que tiene de ministerio de represión. Además, el señor Maura, cuando el señor
Cambó, en las Cortes últimas, pedía que se rompiera para siempre el turno de
los partidos, fue el defensor del turno de los partidos, síntoma típico de la
Restauración; el señor Maura no ha defendido la competencia; el señor Maura
cree en los jesuitas. Y hoy, aun en un
momento de renovación por los dolores, deja que, más o menos en su nombre, se
hable de “Dios, Patria y Rey”, el lema de los carlistas. ¿Es que vamos a poder ir con la Divinidad
como eje de nuestros muñidores electorales? (Nuevamente recuerdo a Kast, sus
apelaciones religiosas y el apoyo de los evangélicos más conservadores y
recalcitrantes)
Por una necesidad de redención,
cuya íntima sensación conozco como el que más, hemos ido acostumbrándonos
numerosos españoles a la idea de que esta corrupción, este desorden, esta
anarquía, esta falta de solidaridad social y de aptitud para lo colectivo son
tan sólo transitorias y anormales; algo así como una enfermedad que curar, un
problema que resolver. De aquí el
mito de la revolución, paralelo al de la lotería, que son los dos Santos
Advenimientos en cuya esperanza viven la
mayoría de los españoles.
José Ortega y Gasset. Nueva y Vieja Política. 1914.
José Ortega y Gasset. Nueva y Vieja Política. 1914.
Lost
3 tercios del siglo XIX
Quiero recalcar un hecho que nadie ha percibido:
Yo no digo que
esas corrientes de la vitalidad nacional sean
muy vigorosas (dentro de poco veremos que no lo son), pero, robustas o débiles, son las únicas fuentes de
energía y posible renacer.
Dirán que alucino y desvarío, pero hay un dato objetivo,
duro que demuestra fehacientemente que esta percepción es más profunda y cierta
de lo que nadie se ha dado cuenta: La Caída en los índices de Fertilidad y
Natalidad a niveles de países europeos, sin el correlato en su Desarrollo
Social. Las razones de esa caída son
complejas de demostrar, porque están en la zona oscura de la vida; aquella
donde NO llegan las encuestas ni los estudios, que, por el contrario, la niegan
o encubren o, simplemente, ignoran que exista.
El endiosamiento de la palabra CRECIMIENTO en la economía
(por sobre otras palabras como Justicia, Equidad, Investigación y Desarrollo)
NO se aplica a la población. El
crecimiento de la población se frenó y está por debajo del de la economía,
haciendo de él un proceso totalmente artificial e insostenible en el
tiempo. Singapur crece al 1.5% y
ninguno de ellos cuestiona esa tasa, porque es la misma del crecimiento de su
población. La expresión misma lo dice
todo: Es un “Crecimiento Orgánico”, natural.
NO hay dicotomía ni fisura entre su población y economía.
Chile padece esa fractura interna y va en aumento. Eso, ¿qué significa? Chile es, cada día, más débil. NO es capaz de sostener la maquinaria
instalada y necesita de la constante inyección de los inmigrantes (primero
peruanos, Ahorakí haitianos) para hacer funcionar los engranajes económicos y
de salud pública de la nación. (¿Qué sería de Fonasa sin los doctores
ecuatorianos y cubanos?)
La tendencia indica que sólo es cuestión de tiempo para que
los inmigrantes ocupen puestos cada vez más altos en la pirámide social,
aumentando las reacciones xenófobas en cantidad y dureza.
Nadie ha percibido que tal dicotomía: Descenso de “La
vitalidad nacional” versus Crecimiento Económico. Esa tensión social es absolutamente
inconsciente y que las reacciones xenófobas de algunos (asesinato de algunos
inmigrantes y eslóganes de algunos candidatos políticos, como Fulvio Rossi) son
tan sólo la sintomatología de una enfermedad crónica aún más profunda que la
xenofobia, que ya es un síntoma de la debilidad nacional y NO la enfermedad de
base.
Dichas causas son muy controversiales, por lo que NO podré
exponerlas sin ser apedreado públicamente, dado que, salvo por el dato de la
declinación de la tasa de fertilidad, es imposible demostrarlo por medios
cuantificables, reduciendo toda argumentación a meros “presentimientos” basados
en percepciones emocionales, los cuales son desechados por la ciencia
tradicional. Sólo algunos pensadores
han dado carta de ciudadanía a esas “razones del corazón que la razón no
entiende”. A riesgo de la lapidación,
me atrevo a decir que la emoción causante de la baja vitalidad es el
desarraigo.
Mezcla de alienación e impotencia, se resume en la típica
frase electoral: “NO importa quién gane, yo tendré que ir a trabajar
mañana”. La profunda y esencial
sensación social de que “Nada cambiará”, pase lo que pase, sea quien sea el
Presidente de la República es lo que está desangrando, NO los cuerpos de los
chilenos, sino sus almas, porque es la inmovilidad del presente y el futuro lo
que deprimen. ¿Qué es la depresión,
sino la baja de la vitalidad? Aquí el
otro dato duro que puedo sumar: Santiago capital mundial de la depresión.
Pero, a diferencia de los estadísticos, NO estoy diciendo
que muchos chilenos estén deprimidos y que eso, estadísticamente, señale que
Chile esté deprimido. Mi posición es
totalmente contraria a esa. Chile, como
nación está deprimida y las personas que presentamos esa patología tan sólo
somos la manifestación concreta, la sintomatología de dicha condición social
inconsciente. Es tabú hablar de ello,
porque esta condición se vuelve impresentable, tanto personalmente como país
que. ¿Cómo se explica que alguien tan
exitoso como es Chile, pueda deprimirse?
“Sin embargo, se mueve”, dice la leyenda que dijo Galileo Galilei a la
salida del tribunal de la Santa Inquisición que lo condenó a prisión
domiciliaria perpetua por el crimen de haber sostenido la doctrina
heliocéntrica.
En otro blog cito a varios pensadores sobre el tema de la
felicidad, entre ellos al Viejo Coyote, alias que le puse a Raúl Ruiz, por
siempre anunciar el paso a otro mundo, pero siempre nos deja a medio
camino. En su libro Poética
del Cine, el viejo nos regala un pensamiento:
Todas son utópicas, todas creen
que la felicidad es la orquestación de disposiciones plebiscitadas como buenas. Para tales utopías, un hombre feliz es un
hombre que se dice feliz y al que todos creen lo que dice. ¿Por qué se le cree? Porque su felicidad tiene causas
explicables, como son la posesión de una camisa, el aroma de un perfume, el
espectáculo de un incendio o el de una historia que le acaban de contar en
imágenes.
NO se hace cuestión de qué sea la felicidad, tan sólo
critica el carácter de “desiderata”, de “lista de comparas” que adquieren los
intentos de definición usados por el vulgo.
El síntoma claro de la depresión es la ausencia de “ganas de
vivir”, por eso es que todos los que se basan en los datos superficiales (la
lista de compras, ¡el PNUD dice que Chile es de los más felices!), dirán que
todo lo que digo NO es cierto, que son puras invenciones mías. Pero el tercer dato que reafirma esta
subterránea tendencia es la abstención electoral. Esa aparente indiferencia, que algunos
pobres imbéciles atribuyen a que “las cosas se han hecho bien” o “las
instituciones funcionan”, en realidad es una apatía social hacia su propia
vida. Esa apatía es síntoma de
depresión, NO personal, sino social que permea las decisiones como la
contracara del castrante tópico de “lo políticamente correcto”.
En este sentido voy a ser muy incorrecto, tan sólo enunciando
algunas tesis políticas:
1.- NO es la votación de la última elección la que cierra
efectivamente el proceso de “Transición a la Democracia”, sino la caída de
viejos políticos a raíz de su participación en actos corruptos. Porque lo que había hecho la Transición era
el establecimiento de una estado social tal que permitía la impunidad de esta
misma corrupción, con tal de “combatir” la impunidad de los violadores a los
derechos humanos. En otras palabras, se
acabó “la política del empate moral”: Yo me permito ser corrupto, como la
dictadura se permitió ser Genocida y Corrupta.
Que Walker haya perdido la senaduría por la Quinta Región y que, casi al
día siguiente de su derrota senatorial, Andrés Zaldívar sea procesado por
tráfico de personas y cohecho, marcan un antes y un después. A eso debemos sumar el caso de los
narcotraficantes en una Municipalidad de Santiago, sólo por mencionar los casos
más recientes, ya que el caso Penta y SQM fueron rápidamente contenidos y
bajados de perfil, siendo los últimos casos donde operó esta misma lógica de
impunidad. El número de políticos
condenados fue el mínimo necesario, para “mantener las apariencias” de Estado
de Derecho. Pero que Novoa siga siendo
parte de al UDI demuestra esta lógica.
La condena político social NO ha sido todo lo fuerte que pudo haber sido
para los casos anteriores a los de estas semanas.
2.- La baja de la vitalidad es la clave para entender todo:
El hecho que cada ve votemos menos, significa que cada día hay más gente
realmente cansada (me agotó ser vocal de mesa en la reciente elección). La baja de la fertilidad es que ya NO dan
las fuerzas ni los recursos para ser padres.
La depresión como sintomatología personal de un mal social. Todos estos hechos tienen una consecuencia
lógica: NO se puede jugar con las expectativas ni las esperanzas de las
personas. Desde mi punto de vista, es
ése y NO la corrupción el principal… NO sé cómo llamarlo, porque NO es error
(error es producto de la ignorancia y los políticos NO ignoran las consecuencia
de sus actos, sino que son los expertos en anticiparlas, porque de lo contrario
NO serían electos), tampoco crimen o delito, porque NO está tipificado como
tal. Lo llamaré Pecado Mortal, porque
ha socavado las bases mismas de la convivencia nacional, destruyéndolas. Tal como dijo el Viejo Pepe: Las Fuerzas son
pocas, peor aún, cada vez menguan más y estos tipos siguen jugando con ellas
como si fuesen infinitas y eternas.
El 22,7% de Guillier es la factura por 30 años de farra
vital, donde primó el status quo
(desde la impunidad de Pinochet, hasta la baja penalización de los senadores
corruptos), por sobre las reales necesidades de la sociedad y la nación.
El 20% de la Bea que babea es el último estertor de intento
de renovación “desde adentro” del sistema político shilensis y también se lo
están farreando al entrar en negociaciones con la Concertación 2.0.
Kast y Artés, a pesar de sus diferencias “de contenido”, que
los sitúa en los extremos del ámbito, comparten una hermandad invisible, pero
transversal y que es otro síntoma de este agotamiento de los “resortes vitales”
de la sociedad: La solución fáctica.
Ambos adoran las dictaduras.
Cuando se está cansado, sólo se ansía “cortar el nudo gordiano”.
3.- Pero aún con todo lo dicho anteriormente, el hecho
político más relevante fue la bullada purga recibida por Mayol. Desde mi punto de vista, fue lo que decidió
esta elección. Mantuve una conversación
con un tuitero tras la purga y en su página de dicha red social, él realizó una
encuesta entre quienes habían apoyado la candidatura de Mayol. La pregunta era directa y simple: ¿Cuántos
apoyarán la candidatura de La Bea? La
respuesta NO podía ser más categórica y premonitoria: Sólo el 50% de los
simpatizantes de Mayol votarían por La Bea.
Tomando en cuenta que Mayol sacó poco más de 330.000 votos en la
primaria, mi conclusión podrá ser todo lo antojadiza que quieran, pero la cifra
cuadra: ¡Fuimos esas 160.000 personas que NO íbamos a respaldar a la mujer que
se sumó, sin pensarlo dos veces, a una purga, los que impedimos que ella fuese
la candidata que pasase a segunda vuelta!
Todo lo que diré, ya lo escribí en su momento (revisar
posteos anteriores): La inmoralidad de la condena pública de un precandidato a
la Presidencia, sin el famoso “Debido Proceso”, que implica la presencia del
acusado para su defensa y los descargos de pruebas que demostraron totalmente
falsa e infundada la acusación del delito de “violencia de género”; fue el peor
error que hayan podido cometer. Porque
les creo que NO sabían lo que hacían, porque de saberlo, estaríamos en
presencia de personajes aún más oscuros que los corruptos de la Concertación.
Este error les costó haber llegado a la Presidencia, porque
fue el suicidio de su único Poder: La impecabilidad moral. La Derecha tiene a los poderes fácticos
detrás de sí. La Concertación ha
cooptado al Estado. El Frente Stalinsta
sólo tiene a La Diosa Ciudadanía, pero como toda Diosa, es veleidosa y si se
rompen los anhelos despertados, y acuerdos explícitos y tácitos establecidos
con ella, su castigo será rápido y expeditivo: Para mentirosos, como el refrán
sobre los diablos, preferirá los viejos a los nuevos.
Si la camotera a Mayol les costó la Presidencia, el apoyo
explícito o implícito a Guillier será su lápida, por la sencilla razón que si
nacieron fue porque es insostenible la ineptitud de la Concertación para
cambiar una sociedad formateada mentalmente por una larga dictadura en una
sociedad realmente inclusiva y democrática.
Eso los haría perder el sentido de su existencia como fiscales
acusadores y los pasaría inmediatamente a la calidad de “cómplices pasivos” de
la continuación de dicha corrupción para el mando.
Más encima sería estúpido estratégicamente, dado que le
regalarían el Poder Ejecutivo, ¡a cambio de nada! Hacerlo demostraría lo que el mismo Artés y
varios comentaristas, entre los que me incluyo, venimos diciendo hace meses: La
Creación y retiro de la camarilla de Jackson de la Nueva Pillería y su
inclusión en el Frente Stalinista NO es otra cosa que la medida de emergencia
para retener los votos de quienes nos defraudó la Concertación, con la
agravante de ¡NO tener que hacernos caso!
Es decir, el peor caso de gatopardismo que se haya visto.
Esto es la aplicación de la lógica de la Grandes Empresas al
ámbito político: Maximizar las ganancias con el menor costo posible. El costo en política es tener que hacerle
caso a la Ciudadanía. Durante décadas
la Concertación mintió diciendo que NO podía hacer los cambios, porque NO tenía
la mayoría en el Congreso, por culpa del binominal. Cuando la tuvo, con Bachelet, NO había
excusa, pero las reformas despachadas fueron igualmente consensuadas con la
Derecha, la que de todas maneras modificó hasta hacerlas inútiles. Ahora, sin mayoría, NO tiene que mentir y
volverá al mismo argumento de antes.
Entonces, ¿para qué votar por Guillier, si el Congreso está
prácticamente ganado por la Derecha?
La promesa que hace Latorre sobre que un “gobierno de
Guillier NO es nuestro gobierno”, sólo anuncia lo obvio, la inutilidad de dicho
gobierno, ¡porque se enfrentará a dos oposiciones! Al carecer de mayoría en el Congreso, será
imposible que promulgue leyes importantes.
Recordemos lo que he venido diciendo hace décadas y he
dejado por escrito en varios artículos: Fue la Concertación y NO la Dictadura
la que terminó con la Prensa Libre,
las asignaturas de Filosofía, Educación Cívica, Historia y acabo
de enterarme que también se cargaron a las Ciencias. Citando al destacado astrónomo José Maza: Mejor sumamos esas dos horas de ciencias a
las dos de Religión y así los jóvenes rezan lo suficiente, para que Chile sea
un país desarrollado, algún día.
Sin darse cuenta, los imbéciles del Frente Stalinista y los
malvados, como Giorgio Jackson, nos están llevando a desperdiciar las pocas y
últimas fuerzas que le quedan a la decadente sociedad shilensis, para
reformarse pacífica y democráticamente, abriendo la puerta para que sean los
militares quienes zanjen, nuevamente, los conflictos que la sociedad civil NO
pudo resolver, por su egoísmo. Así de
simple. Egoísmo es poner por encima del
bienestar de la nación la propia persona y el poder de la camarilla conformada
para tal efecto.
Se suponía que el Frente Stalinista se había fundado para
encarnar La Nueva Política (NO por nada comencé citando Nueva y Vieja Política de Ortega
y Gasset), con un ethos
horizontal y fraterno, pero resultaron ser los mismos patriarcales estalinistas
de siempre. Eso nos hará vivir lo mismo
que pasó en España con el maldito PODEMOS que, nacido del movimiento social del
M15, lo traicionó al cortar los Conversatorios (las asambleas permanentes,
cordón umbilical con las bases, situación que también vengo diciendo desde que
la supe el año pasado) y que, en vez de aumentar su votación, jurando de guata de
guata dar el sorpraso. Al final perdieron millones de votos,
condenándose a ser actores secundarios y a España a ser desgobernada por el más
corrupto de los partidos: el PP. Con
él, la Derecha chilena tiene más de una semejanza, especialmente la UDI.
El Titanic se hundió y se llama Nueva Mayoría. Lo único que cabe hacer es escapar del
remolino que succiona todo a su alrededor.
Si el Frente Stalinista NO escapa, se hundirá con ellos.
Una Alegoría Trágica
Había una vez 1 yunque, 1 martillo y 1 trozo de ladrillo a
maltraer.
Agregarle arcilla fresca al trozo de ladrillo venido a menos
NO es bueno, porque la nueva arcilla jamás pegará bien y volverá a desprenderse. Siguiendo el principio evangélico: Vino
nuevo en odres nuevos.
El yunque es la derecha, como nunca antes sólida.
El trozo de ladrillo venido a menos es la Concertación,
alias Nueva Pillería.
El martillo que destroza el camote, el Frente Amplio.
Si el Frente Amplio NO se comporta como martillo y quiere
agregar arcilla al resto de ladrillo, traicionando su espíritu fundacional,
será “cómplice pasivo” de un mal gobierno, porque Guillier NO tiene mayoría en
el Congreso ni quiere eliminar las AFPs.
Si el FA es coherente consigo mismo, debería convertirse en el médico
forense que decrete la extinción de la NM, NO en el paramédico que le llene de
oxígeno sus gastados pulmones.
KENAI ETZNAB
[1] El Ominami
grande habló de una “Concertación oficial”, en su conferencia de prensa después
de renunciar. Nota del transcriptor.
Ejercicio mental: Cada vez que Gasset diga “Restauración”, ud. diga en
su mente: Eterna “Transición a la Democracia”.
[2] Se nota que Frei jr. no leyó este discurso
antes de dar lata con su “tercera transición”.
Nota del editor
[3]“Los viejos son de lo
peor/ nunca tuvieron ni una pizca de razón”.
Canción para mañana.
Los Búnkers. Nota del editor
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