LA BATALLA DE LA BASURA 2017
Sólo
la Historia puede proporcionar respuestas a los problemas actuales, porque nos
permite contemplar su origen. Hagamos un poco de historia local reciente.
Harán
unas dos décadas, el entonces alcalde de Valparaíso implementó un plan de
“hermoseamiento” de la Avenida Uruguay.
Por entonces, yo estudiaba Historia y Geografía y el asunto fue
discutido con cierta urgencia, dado que algunos de los profesores estaban
implicados en la postulación de dicha ciudad como Patrimonio de la
Humanidad. La conclusión era
meridianamente clara: Estaba mal diseñado y peormente desarrollado. Para ahorrar dinero, las baldosas NO eran
vitrificadas, lo cual las hace inlavables, permitiendo la impregnación de los
líquidos percolados que los residuos orgánicos causan. Lo segundo era el asunto que el diseño no
permitía la fácil evacuación de los mismos, a pesar de ser el objetivo de dicho
remodelación. Su realización fue deficiente,
por lo que al poco tiempo algunas partes de dicho espacio cedieron ante el peso
de lo que allí se puso. Sin contar con
la polémica por la adjudicación de dichas obras, las que se acusó que fueron
otorgadas “dedocráticamente” a un pariente de dicho alcalde, todo iba de mal en
peor. Pero, ante los hechos consumados,
como siempre que los realiza una “mayoría nacional”, nadie hizo nada.
Así
pasaron tres administraciones municipales y dos décadas y recién este año… ¡oh,
sorpresa! Alguien dijo: ¡Esto está muy
cochino! La Municipalidad de Valparaíso
debe pagar una multa millonaria por la cagada que tiene en sus calles. “Sospechosa la…”, diría cierto humorista.
La
Política consiste en lo que recientemente llaman “Agenda”: o se impone la
propia o se sigue la de otro. La así
llamada “Alcaldía Ciudadana” era el intento heroico de imponer una Agenda
propia, arrebatándole el poder de decisión a las cúpulas partidistas
centralistas de Santiago, ajenas a las necesidades regionales–locales, para
devolver el protagonismo de la historia de su ciudad a sus habitantes. Para los poderes heterónomos eso es
inadmisible y debían contener la marea ciudadana, debían instalar un dique para
contenerla y esperar tranquilamente a que mengue y se extinga como toda moda. ¿Quién le pondrá el cascabel al gato? Acabamos de ver la respuesta: Un simple
funcionario regional consiguió lo que otros NO habían conseguido: Desmontar la
Agenda Ciudadana e imponerle otra, desviando la atención de los inmensos
problemas estructurales tanto del Municipio como de la ciudad, para dar la
impresión que es responsabilidad, por NO decir “culpa” de la actual
administración municipal, que la ciudad se “esté cayendo a pedazos”. Para cumplir con ese objetivo, habían dejado
una bomba de tiempo hace dos décadas.
Si NO había sido detonada, fue porque NO era necesario hacer daño a
ninguna de las anteriores administraciones municipales, dado que eran lo
mismo. Sólo a lo diferente, a lo
realmente ciudadano, es necesario hacerlo tropezar y fracasar de la manera más
humillante posible, para que las personas NO vuelvan a levantar cabeza
jamás. Si fracasase este “experimento”,
se desanimaría a otras organizaciones ciudadanas realizarlo en sus ciudades.
La
trampa era antigua e inevitable era caer en ella. La alcaldía ciudadana ha sufrido su primer
traspié: Ha debido apagar otro tipo de “incendio”. Víctima de las circunstancias históricas que
le tocaron asumir, ha sido obligada a renunciar a la independencia de criterio
político. Este obligatorio cambio en
las prioridades puede percibirse como debilidad e inoperancia (por
improvisación), aunque en realidad NO es otra cosa que el resultado de una
operación político–mediática para desprestigiar el movimiento ciudadano en
general. Aquí hay más en juego que un
alcalde o una ciudad, es el inicio del contraataque de los poderes heterónomos
contra el único poder Real: La Soberanía de la Ciudadanía.
Ahora,
en las manos de cada uno de nosotros está el futuro de todos: Todo depende de
si botas o NO, la basura a las calles y quebradas. Los desperdicios, siendo un asunto
relevante, NO son ni pueden convertirse en el centro de la actividad
municipal. Esta operación político–mediática
debe ser tomada en cuenta como la primera de varias que vendrán. Esto ha transformado un gesto muy pequeño en
algo de vital importancia: Si NO hay basura en las calles (botada al suelo), NO
habrá excusa para que los enemigos de la ciudadanía puedan torpedear tu derecho
a la autodeterminación. Lo irónico y
que NO entiendo es que haya gente que se llena la boca con dos palabras:
“Asamblea Constituyente” y NO sean capaces de llevar sus desperdicios y
depositarlos en un tacho o contenedor.
La Libertad comienza con la Responsabilidad. NO puedes decirte responsable de lo más grande
(La República), si NO te haces responsable de lo más pequeño: lo que haces con
tus manos.
Lo
paradójico de esta “inversión de los valores” es que, aún si las calles
brillasen de limpias, si NO hay educación o salud o casas de calidad y en zonas
seguras (como los megaincendios han demostrado), NO podría decirse que la
Municipalidad es eficiente en el cumplimiento de sus objetivos. Este trastorno en la valoración de las
importancias, al situar algo secundario en el primer lugar, es el peor efecto
colateral de esta artera operación política–mediática. Es nuestro deber, como seres conscientes,
recuperar nuestra ciudad en todos los ámbitos y NO dejar que nuestra Historia
sea escrita por quienes son indiferentes a nuestra realidad (¿por qué nadie ha
reconstruido la Avenida Uruguay en estas dos décadas?). Ese es el verdadero objetivo del movimiento
ciudadano. Nadie hará lo que sólo
nosotros podemos hacer. ¿Verdad?
LAS SOLUCIONES
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