FE DE ERRATAS

La indisciplina que impera en la convivencia intelectual de los escritores españoles no sólo hace imposible todo serio intento de polémicca, pero ni siqueira invita a las más sobrias rectificaciones. Sin embargo, yo quisiera atreverme esta vez a corregir una erratas que aparecieron ayer en El Sol.
En un rtículo que va firimado con el seudónimo “Sancho Quijano” se cita esta frase de Azorín: “Hoy se alza una nación pujante frente a un Estado caduco y corrompido”. A continuación se añade:
“En forma quizá algo diferente vuelve, pues, a la circulación aquella teoría de la España oficial frente a la España real que lanzó José Ortega y Gasset en su famoso discurso de la Comedia. O mucho me equivoco, o José Ortega y Gasset ha abandonado de entonces acá su propia doctrina. Modesto soldado de filas en aquella cruzada y creyente entonces en el dogma que le inspiraba, sé en demasía el dolor, no por gradual y lento menos agudo, que ha debido costar a su definidor el ver desmentidos por los hechos crueles un mito tan halagüeño y henchido de esperanzas”.
La conferencia a la que se alude en este párrafo fue pronunciada en 1914. pocos días después se publicó en un folleto. De éste transcribo las líneas siguientes:
“Yo no digo que esas corrientes de la vitalidad nacional sean muy vigorosas (dentro de poco veremos que no lo son), pero, robustas o débiles, son las únicas fuentes de energía y posible renacer. Lo que sí afirmo es que todos esos organismos de nuestra sociedad -que van del Parlamento al periódico y de la escuela rural a la Universidad-, todo eso que, aunándolo en un nombre, llamaremos la España oficial, es el inmenso esqueleto de un organismo evaporado, desvanecido, que queda en pie por el equilibrio material de su mole, como dicen que después de muertos continúan en pie los elefantes”.
“Y entonces sobreviene lo que hoy en nuestra nación presenciamos: dos Españas que viven juntas y que son perfectamente extrañas: una España oficial que se obstina en prolongar los gestos de una edad fenecida, y otra España aspirante, germinal, una España vital, tal vez no muy fuerte, pero vital, sincera, honrada, la cual, estorbada por la otra, no acierta a entrar de lleno en la historia”.
“En esto es menester que hablemos con toda claridad. No nos entendemos la España oficial y la España nuestra, que, repito, será modesta, será pequeña, será pobre, pero que es otra cosa que aquélla; no nos entendemos. Una misma palabra pronunciada por unos y por otros significa cosas distintas, porque va transida de emociones antagónicas”.
Pero, ¿qué esa España oficial? Por ventura, el Estado, los gobiernos, los políticos? Nada de eso.
“Toda una España -con sus gobernantes y sus gobernados-, con sus abusos y con sus usos, está acabando de morir”.
“Es más; si el Estado español fuera el que se hallara enfermo por errores de esto que se ha llamado política, entonces no tendríamos por qué considerarnos obligados moralmente a servir en la vida pública. Lo malo es que no es el Estado español quien está enfermo por externos errores de política sólo; que quien está enferma, casi moribunda, es la raza, la substancia nacional, y que, por tanto, la política (como se la ha entendido) no es la solución suficiente del problema nacional, porque es éste un problema histórico. Por tanto, esta nueva política tiene que tener consciencia sí misma y comprender que no puede reducirser a unos cuantos ratos de frívola peroracion ni a unos cuantos asuntos jurídicos, sino que la nueva política tiene que ser toda una actitud histórica. Esta es una diferencia esencial”.
“Esto de que con tanta insistencia aparezca, no sólo en mis palabras, que es lo de menos, sino en el fondo de las conciencias de esa España no oficial, el término y la idea de la vitalidad nacional..., es la convicción de que hay motivos para que sea de especial urgencia entender por política el conjunto de labores cuyo fin sea el aumento del pulso vital de España, especialmente aquellas que signifiquen el violento acoso de esta raza valetudinaria haca una enérgica existencia”.
“La lealtad puede decirse que es el camino más corto entre dos corazones, y yo ahora no hago sino dirigirme al fondo leal de los vuestros y preguntaros si allá, en ese fondo insobornable que no se deja desorientar nunca por completo, a comparar la época actual con la que queda de otro lado -por lo menos en el pleno dominio de la conciencia española, del otro lado del 98, si no notáis que es característica de la aactual la sspecha reca y trágica de que no ha sido sólo éste o el otro Gobierno, tal institución o tal otra, quien ha llegado por sus errores y sus faltas a desvirtuar la energía nacional al punto a que ha llegado; y estoy seguro de que en ese fondo leal de vosotros a que antes me refería, si recordáis lo que os pasara siempre que hayáis pensado en un tema político con un poco de atención, habréis sorprendido en vostros la sospecha previa de que las soluciones políticas no son bastantes; de que, bajo las presentes o posibles texturas legales, la raza se halla exánime; de que no se puede contar, por lo menos de antemano y como han contado y cuentan otros pueblos, con una abundancia de energías que sólo aguardan cauce, que sólo le quedan unos hilillos de vitalidad histórica, y de que, por tanto, toda solución meramente política es insuficiente”.
“Por esta trágica convicción señores, nos preocupa tanto afirmar la necesidad de anteponer el salvamento de nuestra vida a toda jurídica delicadeza, porque estamos en el fondo convencidos de que tenemos muy poca vida, de que urge acudir a salvar esos últimos restos de potencialidad española”.
No pretendo ahora juzgar si la opinión de Azorín es acertada o errónea. Pero esas líneas que copio hacen evidente que su opinión nada tiene que ver con la mía; a lo sumo, serían contradictorias.
No he logrado, pues, en este triste asunto variar de criterio. Llevo unos quince años reiterando mi adhesión a él en exposiciones subsecuentes, que procuro dotar de progresica exactitud. Todo ha sido inútil, según se ve, y, al cabo del tiempo, “Sancho Quijano” me atribuye una idea perfectamente opuesta.
Sirva al lector de menudo ejemplo, que le permita entrever el mar proceloso y absurdo donde se ver forzado a bogar el escritor resuelto a dar a su pensamiento coherencia, rigor y continuidad.
Ni los hechos crueles han desmentido mis previsiones de 1914 -antes bien, las han seguido al hilo con terrible docilidad- ni aquí hay otro mito más que “Sancho Quijano”.


José Ortega y Gasset.
Artículo publicado en El Sol, 25 de marzo de 1923.



Nota del transcriptor:
Lo mismo me ha pasado desde que comencé a enviar “Cartas al Director”. Lo más chistoso es que del tema más impactante de todos, la crisis subprime, no lo hice. Muchas de las que sí envié, fueron publicadas en todos los medios nacionales, desde El Mercurio, hasta El Siglo. En varias de ellas predije “al dedillo”, las futuras crisis por las que atravesamos: Guerra, vivienda, Educación, hambruna, monarquismo presidencial, segregación urbana, ecología. Paradoza de paradojas, tanto acierto me deprime. Todo lo veo negro y no sólo no obedecen, sino que, tal como a mi maeztro, nadie nos entiende mínimamente.
Para no herir las quisquillozas susceptibilidades, digámoslo de la siguiente manera: Si tú fuezez un planeta, ¡YO SOY UN QUÁSAR! Radiografiando el Kosmos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ley Habilitante 1933-2023

BIENVENIDO A CHILE NAZI

Análisis Estratégico OTAN vs Rusia